El docente, los procesos virtuales y sus sentimientos

Contracorriente
14 min readDec 23, 2021

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Una aproximación

Martínez, Arrecis, Briñis, Membreño

Diciembre de 2021

0. Introducción

Casi siempre, las investigaciones en distintos campos, surgen de la observación, o de diálogos con otros profesionales, así pasa también en educación. Un dialogo llevó a la una discusión acerca de la necesidad de provocar más la participación del estudiante en la educación virtual, a través de una exploración sobre el asunto, así se creó un cuestionario en la aplicación de google forms y éste fue enviado a varios de docentes conocidos. Desde luego, algunos respondieron, otros por sus ocupaciones, no y es comprensible. El mundo se encuentra en la era del “para ayer”, de “lo necesito ya”, y hay cosas que forman parte de la responsabilidad laboral.

Una vez obtenido un grupo de respuestas con las que se pudo trabajar, se hizo este análisis, que ha tenido además, la colaboración del Dr. Armando Briñis Zambrano, la Lic. Claudia Membreño, y la Maestra Walda Arrecis.

Los procesos de la educación virtual generalizada, comenzaron a gestarse el día que se anunció, en El Salvador, la suspensión de clases presenciales el miércoles 11 de marzo del año 2020, como un efecto de la crisis de salud que se avecinaba que, además, iría a afectar todos los órdenes de la vida cotidiana de la sociedad, de las instituciones, de la economía y de la cultura en general.

Desde entonces, y durante estos 20 meses, en el sector educativo universitario existen al menos, dos ocupaciones centrales:

- ¿Cómo mejoramos los procesos de planificación, ejecución y evaluación de la educación?

- ¿Qué debemos hacer como docentes, para cualificarnos mejor y servir a nuestra función de la mejor manera?

También se ha abordado el asunto relativo a las condiciones de accesibilidad del estudiante a la virtualidad, de la conectividad, de las técnicas que mejoren la entrega de los contenidos educativos y de los procedimientos para alcanzar competencias en un entorno virtual.

Se ha dado por sentado, que los docentes deben hacer todo el esfuerzo posible, el máximo de su entrega para que se alcancen los resultados que se planifican al inicio del año, del semestre o del ciclo; se ha tenido una preocupación y se ha creado, además, mecanismos en torno a la capacitación en temas de tecnología de los docentes. No ha habido una preocupación fuerte por escudriñar, abordar los posibles sentimientos que el docente puede tener al tratar de enmarcar sus procesos educativos de acuerdo a las necesidades, y como, a pesar de ello, encontrar respuestas tímidas de sus estudiantes antes sus esfuerzos.

Esta es una investigación exploratoria que aproxima a este tema, y ojalá, brinde pistas para encontrar nuevos temas de trabajo de la investigación educativa.

1. Objetivos:

General:

  • Comprender los efectos del proceso de educación virtual en el docente.

Específicos.

  • Identificar las preparaciones de los docentes universitarios para integrarse a la virtualidad.
  • Comprender la facilidad del docente para esa integración
  • Determinar las motivaciones que el docente hace al estudiante para provocar su interés o participación en la sesión virtual
  • Entender las respuestas del estudiante a dicha motivación
  • Identificar los sentimientos del docente, ante una eventual no participación del estudiante.

2. Hallazgos

Imagen 1. Sexo

Los docentes que contestaron este cuestionario corresponden a una mayoría del sexo masculino, al menos en 2 tercios del total; aunque se envió a un número de hombres y mujeres por igual, los hombres tuvieron una mayor disposición para detenerse a responder el instrumento. Las universidades en las que sirven sus clases son diversas, al menos en siete universidades privadas de El Salvador. El número de los docentes que respondieron es de veintidós, su acceso al cuestionario fue por medio digitales y la respuesta fue de carácter voluntario.

Imagen 2. Edad

Los profesores que han respondido son, en su mayoría, personas mayores de 36 años. Apenas menos del 10% se encuentran entre los 24 y los 35 años, también eso responde a que la profesión de la docencia se encuentra entre esas edades mayores, fundamentalmente. Los más jóvenes son un grupo muy pequeño. Poco menos de la mitad de los docentes que contestaron el cuestionario, tienen más de 51 años de edad.

Imagen 3. ¿Antes de la pandemia, ya era profesor virtual?

Dos tercios de los docentes expresan que ya han tenido la experiencia de ser docentes virtuales, aunque no se indagó acerca de cuánto tiempo lo han sido, ya conocían los mecanismos de la virtualidad. A la vez valoramos que haber sido profesor virtual, no implica directamente tener conocimiento de las principales herramientas que pueden ser utilizadas en la virtualidad.

Por otra parte, al menos un tercio de los docentes que respondieron el cuestionario no habían tenido contacto con la docencia virtual antes de la crisis de salud por la pandemia, que ha sido también una crisis de la educación que provocó cambios inmediatos para adecuarse de forma súbita una situación de la que no teníamos idea cuánto tiempo duraría.

Si bien es cierto algunos habían tenido contacto con la tecnología (63.6%), la educación virtual, implica más que la gestión tecnológica. Es una dinámica de enseñanza — aprendizaje con interactuación entre el docente y el estudiante, apoyándose en tecnologías de información y métodos que vinculan a los actores de la educación proporcionando nuevos ambientes para favorecer dicho intercambio (Nieto Goller, 2012).

Por otro lado, la capacidad de un docente de superar la “gestión tecnológica’’ está explicado, sobre todo, por la profesionalización en educación y la reflexión sobre la propia práctica docente. Es muy probable que un profesor cuya expertiz termine en su área disciplinar tendrá los mismos problemas en educación presencial o virtual, será más un transmisor que un formador.

Imagen 4. ¿Cómo ha sido para usted la educación virtual?

A pesar que el 63% de los docentes dijeron haber tenido una experiencia con la educación virtual, solamente un 27% (un cuarto de los sujetos de la investigación) expresaron que se habían encontrado con un proceso muy fácil de realizar. Aunque otro 22% decía que fue fácil el desarrollo de la virtualidad, en suma, un 49%, expresaron que no les fue complicado ingresar a la virtualidad.

La otra mitad de los docentes se encontraron con un proceso difícil o muy difícil de enfrentar. Es fácil suponer que a quienes les tocó de esta manera hayan sido los de mayor edad (aquel 45.5% con edades de 51 y más años mostrado arriba), esa es una presunción que puede no ser del todo cierto. Lo vimos en otra investigación con jóvenes que, si bien tuvieron contacto con la tecnología antes de la pandemia, no tuvieron contacto con tecnología educativa sino con aplicaciones de entretenimiento:

“Es verdad que muchos tienen habilidades informáticas, en particular en el manejo de redes sociales, pero la educación virtual requiere de entender como ingresar a un salón virtual, usar las cámaras y audios de los dispositivos, y contar con la conectividad necesaria” (Martínez Rivera, 2020)

Desde luego, este tema (los conocimientos de aplicaciones de entretenimiento versus el conocimiento de aplicaciones didácticas por parte de los más jóvenes) es un tema poco estudiado, y una formación contracorriente, cuando es aceptado generalmente que las tecnologías son mejor aplicadas por los estudiantes.

En suma, el desconocimiento de las tecnologías en la manera que las conocíamos antes de la pandemia, no era solo de personas mayores de 50 años, también lo sufrían menores de esa edad, aunque la percepción siempre fue la mencionada supra, es decir que los más jóvenes tenían controlada la tecnología, asunto que efectivamente era cierto, solo que era la tecnología del entretenimiento.

Durante la pandemia, las tecnologías de información y comunicación dieron un enorme salto, y aparecieron nuevas formas de comunicación y otras pre existentes que comenzaron a utilizarse masivamente como mecanismos para las sesiones virtuales: Facebook live, Meets de Google, Zoom, Teams de MS Office, Jitsi, Whats App, Skype y otras aplicaciones. A lo largo de estos dos últimos años estas herramientas han estado en constante modificación, desarrollándose además vinculaciones nuevas entre ellas que, si bien ofrecen mejoras para la realización de la enseñanza aprendizaje, obligan a un constante seguimiento y actualización por parte del docente

Para el desarrollo de las clases, se ha usado diversas aplicaciones, que sirven para crear documentos didácticos en video, audio, o imagen estática: Youtube, Ivoox, Monosnap, Canva, Issuu, Puzzlee maker, Genial-ly, Quiz box, Quiz let, y otra cantidad incontable de aplicaciones, la mayoría de las cuáles, por vincularse a la educación y no al entretenimiento, eran menos conocidas. Una comparación con el gráfico anterior valida la afirmación de que haber sido profesor virtual en algún momento no implica que se dominen todas las técnicas relacionados a este nuevo paradigma en la educación

Se puede hablar de diferentes tipos de dificultades, las que están relacionadas con las capacidades y habilidades del docente y las que enfrenta por los contextos y habilidades de los alumnos. Algunos docentes no tuvieron mayores dificultades para pasar a entornos exclusivamente virtuales de educación, pero varios de los Muchos de ellos, son de regiones con deficiencias de conectividad y muchos sólo tienen un celular para conectarse.

Ciertamente, estas circunstancias pueden ser complicadas y frustrantes para los alumnos, requiriendo mucha sensibilidad e imaginación de los docentes.

Imagen 5. ¿Cuántas tecnologías o aplicaciones usan en sus clases?

Los docentes en general están usando dos o tres aplicaciones, aunque un significativo 27% está usando más de cuatro aplicaciones, lo que indica una variedad de las mismas, algunas en video, imagen estática, diapositivas, podcasts y el mezclador de todas estas, el Genial-ly, que funciona como una plataforma donde se juntan varias aplicaciones. No obstante, que un 40.9% solo use tres aplicaciones es una limitación que debe ser tomada en cuenta a la hora de elaborar programas de superación de las dificultades

Se pueden utilizar muchas herramientas para el desarrollo de los contenidos y el alcance de las competencias de un curso, pero no necesariamente al mismo tiempo y menos durante una sesión sincrónica. Muchos estudiantes tienen problemas de conectividad y de equipamiento. Varios de los estudiantes reciben sus clases desde un celular y se convierte en una complicación la alternabilidad entre diferentes herramientas o aplicaciones.

Imagen 6. Sus estudiantes: ¿Hacen preguntas durante la sesión virtual?

La mitad de los docentes sujetos de la investigación, han contestado que, en efecto, en sus clases, uno o varios estudiantes hacen preguntas siempre, durante la sesión de clases. Otro 50%, muy preocupante el dato, indica que sus estudiantes a veces hacen preguntas durante la sesión, también eso indica que a veces, tampoco hacen preguntas. Esto puede dirigirnos a varias explicaciones:

- Las clases del docente son excelentes, y explica tan bien, que no se requiere ningún tipo de pregunta.

- El docente no genera la apertura para el planteamiento de preguntas. No son “bienvenidas las preguntas”

- El grupo “castiga” al que pregunta.

- Los estudiantes que no toman con responsabilidad su clase, y no están del todo atentos, no tienen preguntas que hacer.

- Muchos estudiantes están atendiendo otras actividades, incluso trabajo, o atendiendo situaciones familiares. La virtualidad ha permitido que los estudiantes se matriculen en cursos aun cuando están en el desarrollo de otras actividades.

Imagen 7. Sus estudiantes se conectan y usted sabe que están compenetrados en su clase

Apenas menos del 9% de los docentes pueden asegurar que los estudiantes están compenetrados en la clase, sin embargo, casi la mitad de los docentes dividen sus opiniones entre que muchos se compenetran y el algunos se compenetran. Desde luego que siempre será una suposición, pues no hay manera de saberlo con absoluta certeza, pero hay ciertos indicadores, como la participación o las preguntas que los estudiantes hacen para entenderlo o percibirlo, debe buscarse estrategias para involucrarlos aun cuando se resistan.

Imagen 8. ¿Formula usted preguntas o promueve la participación (de los estudiantes) de otras formas?

Claramente, los docentes siempre están haciendo preguntas acerca de los contenidos de la sesión de clase. La participación se promueve de esa o de otras maneras. De acuerdo a la respuesta anterior, debemos suponer que la efectividad de las preguntas alcanza solamente el 45%, e igualmente no en todos los estudiantes, sino en algunos. Esto último es un supuesto, desde luego.

Imagen 9. ¿Sus estudiantes responden, en general, a sus preguntas o motivaciones para participar?

Esta es una pregunta que está trucada, pues si bien es cierto, el 90% de los docentes indican que los estudiantes responden a las preguntas, ello no significa que “el 90% de los estudiantes” responden a las preguntas. En todo caso, es muy positivo que se tenga respuestas a las motivaciones para participar, y que apenas, menos del 10% de los docentes consideren que no hay respuestas. No es un dato altamente significativo, pero debe ocuparnos en dar una respuesta acerca de las formas de promoción de la participación.

Se puede conjeturar también que, ante una pregunta del docente los estudiantes, en las primeras participaciones, pueden considerar que están siendo evaluados y eso afectará su interés por participar.

Encontrar con procesos reflexivos o investigativos acerca de la no participación de los estudiantes es una muestra que ya se ha evidenciado como un asunto problemático.

El Child Mind Institute (https://childmind.org), expresa que la no participación de estudiante puede tener al menos, cinco causales:

- La vida de los estudiantes ha cambiado, sus familias pueden tener mas preocupaciones financieras y laborales que antes.

- El estrés y el trauma de los estudiantes pueden estar afectando sus procesos cognitivos.

- No todos los estudiantes tienen acceso a los contenidos de las sesiones de clase.

- Los estudiantes no tienen acceso a todas las estructuras de apoyo, incluso del apoyo viniendo de los padres.

- Debemos entender que no hay que esperar una misma forma de participación (en lo virtual) que en lo presencial.

Quizá vale la pena reflexionar sobre esas y otras causas posibles.

Los docentes deben encontrar las estrategias para motivar la participación de los estudiantes, sabiendo que en la región centroamericana, ellos arrastran considerables brechas educativas. El tema de la participación tiene también, que ver con algunas de estas situaciones:

- Están educados para memorizar y recibir de manera pasiva la información del docente.

- El sistema educativo no fomenta el pensamiento crítico y analítico.

- Los docentes no conectan los conocimientos nuevos con los presaberes, no llevan el conocimiento a las realidades de los alumnos.

- El docente no promueve una educación liberadora, donde el alumno pueda disentir, objetar, cuestionar.

- El conocimiento que el docente quiere impartir no tiene relevancia para el alumno.

- El docente no fue claro ni motivante.

- Hay dificultades de carácter técnico, de equipamiento y de conectividad. (muchos de mis alumnos están entrando y saliendo continuamente de la sala virtual por problemas de conectividad.

Imagen 10. ¿Qué siente usted cuando pregunta o promueve la participación y no encuentra respuestas?

Las respuestas a la pregunta indican que todos los docentes hemos pasado por el momento de no recibir respuestas ante preguntas que se hagan. Pero hay elementos positivos en la respuesta, la primera cuestión es que la mitad de los docentes se preocupan por no encontrar respuestas ante sus preguntas. La tal preocupación es por preguntarse ¿Qué estoy haciendo mal? Quizá después vengan las valoraciones acerca de ¿estarán aprendiendo?, ¿les aburro?, ¿Por qué no quieren participar? Lo segundo es el sentimiento de frustración, el sentimiento que cruza por la mente de quien no ha logrado lo que se ha propuesto, independiente de la razón por la que no se alcanzó el logro propuesto.

El efecto de esta situación puede ser variado, relacionado con los mecanismos de superar la frustración que puede tener cada persona: la ira consigo mismo y a veces con los demás, la huida de la situación que determina la frustración (las renuncias de los docentes a continuar con las sesiones educativas en virtualidad, forman parte de esta “huida”), y la sustitución de la actividad que ocasiona la frustración por otra distinta (por ejemplo, preferir dar clases presenciales a virtuales). Unos pocos docentes demuestran o sienten ansiedad, el miedo a ofrecer clases virtuales, y la necesidad de resolver de inmediato el problema y no saber cómo.

Imagen 11. ¿Ha mostrado o dicho a sus estudiantes su sentimiento ante la no participación?

Efectivamente, todos los docentes han contestado una forma de comunicar o no, la falta de participación, así, dos tercios de los docentes lo han comentado con sus estudiantes, y quizá haya habido una respuesta positiva. Pero, un tercio de los mismos no se han atrevido a comentarlo con los discípulos, lo que representa un problema, pues significa que, en esos casos, la carga de la preocupación queda individualmente en el docente.

Definitivamente la importancia de la participación activa durante las sesiones debe ser comunicada a los estudiantes. En este sentido se considera importante compartirles a los estudiantes, de manera muy básica, cómo se desarrolla el proceso de aprendizaje, cómo funciona el cerebro, cómo se fijan los conocimientos significativos y perdurables. Premiar emocionalmente el esfuerzo de plantear una respuesta aun cuando no sea correcta por las conexiones neuronales que se generan y por la asociación con el tema sobre el cual se reflexiona. Los alumnos deben sentirse parte de ese proceso en doble vía de la enseñanza aprendizaje. También es importante invitarlos a compartir sus experiencias sobre los temas tratados o áreas de posible aplicación en sus ámbitos laborales profesionales, todo lo anterior como contribuyente a una motivación para involucrarse en el aprendizaje y mejorar sus procesos reflexivos, de resolución lógica de problemas y adquirir más conocimientos

Imagen 12. ¿Piensa sobre el proceso educativo, y sus emociones o sentimientos alrededor de esto en su tiempo libre?

Un poco más del 80% de los docentes realizan su trabajo y se mantienen al pendiente en su tiempo libre sobre los logros y problemas que puede tener en la actividad educativa. Es muy positivo saber que hay entrega y que más allá de las clases, los docentes en su mayoría están pensando sobre cómo mejorar. Es negativo que no se discuta el problema con otros, y no se busquen respuestas colectivas organizadas.

En este sentido, tienen mucho que ver las instituciones, desde allí se debe propiciar la reflexión sobre la práctica docente y la actualización permanente, así como la adecuación constante de las mallas curriculares y procesos académicos que ayuden a mejorar la docencia. Es conveniente también crear tiempos y eventos para compartir experiencias entre docentes, que de igual forma sean contribuyentes a resolver algunas de estas situaciones.

Imagen 13. ¿Ha discutido esto con otros docentes?

Las preocupaciones sobre los procesos educativos virtuales y sus dificultades, son compartidas con otros docentes, lo que indica un sentimiento colectivo sobre la situación.

Imagen 14. ¿Cuántos de los docentes comparten sus sentimientos?

El 95% de los docentes siente que sus ideas sobre el proceso virtual son compartidas, que hay una intención colectiva de mejorar la educación virtual.

3. Consideraciones finales y conclusiones

La imposición de la educación virtual generalizada e intempestiva ha planteado desafíos a las universidades, a los docentes y a los alumnos las cuales no pueden ser abordadas de manera aislada.

Con respecto a los docentes, hacer la transición de ambientes presenciales a virtuales con mucho o poco conocimiento previo, requiere el apoyo total de las instituciones y la disposición decidida del docente para aprender y desaprender constantemente.

La tecnología disponible para la educación no sustituye ni compensa la calidad docente, y por otra parte, las TIC’s son un medio, pero no un fin en sí mismo, las herramientas que usen los docentes deben estar planeadas razonablemente para las circunstancias de los estudiantes.

Una gran mayoría de docentes ya tenían una experiencia virtual antes de la llegada de la pandemia, sin embargo, asumir la virtualidad significó un esfuerzo grande para muchas de ellos, quienes no estaban preparados.

Las tecnologías se ampliaron mucho durante la pandemia, ante la necesidad de estar conectados, eso también incluyo tecnologías educativas, pero los estudiantes no estaban preparados para TIC´s educativas, lo estaban más para redes sociales y entretenimiento.

Por lo menos la mitad de los docentes expresan que sus estudiantes hacen preguntas durante la sesión de clases. Aunque menos del 10% de los docentes pueden asegurar que sus estudiantes están compenetrados en su clase.

El 100% de los docentes promueve la participación de los estudiantes, de diversas formas; y el 90% de los docentes considera que sus preguntas son respondidas, así sea por un grupo reducido de estudiantes.

Los docentes, ante la falta de participación, se “preocupan” y se “frustran”; solo el 63% lo comenta con sus estudiantes, y el 86% lo comparte con otros docentes. Es importante también señalar, que el 80% de los docentes mantiene constante preocupación sobre este asunto, aun en sus tiempos libres.

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