En serio: ¿Estamos preparados para la educación virtual?
Consideramos que estamos todos en la era de la comunicación y la información, y que las tecnologías son de manejo amplio por la población, especialmente por los más jóvenes. Estas certezas… ¿son válidas?
Son tres aspectos que debemos tomar en cuenta a la hora de considerar como una opción a la educación en línea, la primera de estas tres variables es:
- Disposición de las tecnologías de acceso amplio
La educación en línea puede usar plataformas profesionales para clases asincrónicas, en una plataforma adecuada como Moodle (de uso amplio), Blackboard (mas limitada) o algunas de las que son gratis y que podemos encontrar aquí:
https://www.edapp.com/blog/es/las-10-mejores-plataformas-gratuitas-para-el-aula-virtual/,
También las populares streamings sincrónicas como Teams (que ademas permite dejar una grabación de la sesión, Zoom (por igual) y otras como Meet.
Las asincrónicas son plataformas de fácil acceso y permiten que el estudiante pueda ingresar en sus momentos de disponibilidad (tarde, noche, madrugada, almuerzo, ect); las asincrónicas de streaming o transmisión directa, con un horario fijo, tienen la ventaja de poder preguntar y responder en vivo y directo.
Se puede auxiliar en ambos casos de TIC´s con disponibilidad de videos, podcasts, manejo de aplicaciones on line, repositorios de material didáctico, etc. Todo esto, está disponible.
2. Conectividad
Más allá de los casos anecdóticos de estudiantes o docentes que hacen esfuerzos máximos para conectarse, podemos pensar en datos y ponerle sentimientos a los datos mismos.
Veamos los datos del 2022:
El número de equipos disponibles se ha incrementado notablemente, la idea meta del gobierno ha sido la de entregar 1,2 millones de laptops a los estudiantes (solo a estudiantes) mas las que ya existían. En el caso de los hogares donde hay estudiantes universitarios.
Por otra parte existe un total de 10, 200,000 celulares de los que, el 78% cuenta con internet al 2021, lo que, hipotéticamente, puede haber incrementado al 2023, quizá a un 85%. Si consideramos computadoras, laptops y tablets, mas los smartphone, tenemos suficiente para una educación en línea. ¿Suficiente? No.
3. La competencia digital
El docente y el estudiante deben contar con las competencias digitales, de uso de la tecnología de manera suficiente para poder diseñar y servir las sesiones de enseñanza aprendizaje y de parte del estudiante para poder seguir una clase con hábil manejo de las tecnologías. No hay datos sobre los estudiantes, pero si hay evidencias anecdóticas, cuando estudiantes en línea manifiestan no poder conectarse, no saber como se administra o gestionan las tecnologías en general, no me refiero al uso de las redes sociales, sino a plataformas como las de office 365 (teams entre otras 28 aplicaciones que forman parte de la plataforma), así como las plataformas de educación virtual mencionadas anteriormente.
Con respecto a los docentes, las Instituciones de Educación Superior se han mantenido ocupadas generando las capacidades de los docentes, y la cosa es sencilla: aprende y labora o no aprende y deserta del sistema. En general, el docente aprende.
4. Las actitudes del estudiante para la educación en línea sincrónica o asincrónica
Muchos docentes hemos evidenciado que la educación en línea, tiene grandes ventajas formales, de procedimiento, de ahorro en el tiempo, de comodidad (hasta de recibir clases en la cama, o como me dijo una estudiante en una clase a las 6.30 a.m., “su voz me tranquiliza y me duermo de nuevo”). La gran ventaja es la que ofrece para no tener que desplazarse, ahorrando tiempo y dinero. Desde luego entre una sesión en línea y una sesión presencial, esta última tiene fuertes superioridades.
Por otra parte, escuchamos de forma permanente que en las sesiones sincrónicas, a veces, algunos estudiantes no responden a preguntas de su profesor, dando la impresión que algunos estudiantes, un pequeño grupo no tienen atención focalizada en la sesión(por diferentes razones, ya sean laborales, domésticas o de entretenimiento). Que la grabación que queda almacenada provoca el sentimiento de “lo veré después”, y que ese estudiante se siente seguro con solo conectarse. Error.
En la clase virtual, el estudiante debe poseer una cultura de aprendizaje con autonomía. De no ser así, el demonio de la reprobación enseña su cola y cachos. ¿Y si no hay este castigo?, ¿será capaz el estudiante de mantener el ritmo de aprendizaje? Pienso que sí… solo si ello implica un premio al final. La autonomía del estudiante para su aprendizaje atraviesa por el interés, la motivación y el acto volitivo que lo anterior puede provocar. Esta última variable, merece reforzarse con estudiantes de los distintos niveles, en este ámbito, mi presunción es que no estamos preparados.