Los historiantes: los efectos de la globalización y la tecnología
1. Los “historiantes”, origen de la tradición
Los “historiantes” se originan a partir de una tradición española qué se relaciona con la imposición militar económica ideológica y cultural que los musulmanes ejercen sobre los pueblos visigodos que habitaban la península ibérica, en una faena que tiene una duración de 15 años, a partir del año 711 y hasta 726, cuando la ocupación de “los invasores”, representantes del Califato Omeya, alcanza la mayor cobertura del territorio, desde el mediterráneo hasta parte de la Cantabria y Asturias. (Altamira y Crevea, 1909) Este inicio de usurpación del territorio dura hasta 1492.
Desde el primer momento de la ocupación, hubo resistencia de los habitantes ibéricos hacia ella, a pesar de que los musulmanes también fueron apoyados por los judíos que ya existían en el territorio que hoy conocemos con el nombre de España. Esa resistencia se inicia con la expulsión de los moros en el norte y el establecimiento del reino católico de Asturias.
Dicha resistencia pudo ser mayormente fuerte y efectiva, a partir de la vinculación de los reinos de Castilla y Aragón, en las figuras de Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla. Las alianzas establecidas por ambos reinos y la decisión de promoción de la religión católica, juntamente con la disposición de una tecnología de producción y utilización del armamento (Diamond, 2015), así como la integración de los ejércitos de Aragón y de Castilla, contribuyeron junto con los otros reinos cristianos de la península, a un enfrentamiento más decidido sobre los musulmanes, lo cual se concreta posteriormente después de varios años de lucha hasta que en el año 1492 finalmente, el emirato de Granada sucumbe ante las fuerzas de los cristianos.
La ocupación musulmana de 781 años, dejó muchas señales culturales en la literatura, la arquitectura, la producción, las artes en general, la comida y, en fin, la cultura.
Es el catolicismo que vence al islamismo, por tanto, es importante no dejar trazas de la “otra” religión. Una manera especial de celebrar la derrota y salida de los musulmanes fue la celebración de la fiesta de “los moros y cristianos” en el territorio español, más particularmente en la zona del Mediterráneo que fue el último reducto en donde los musulmanes pudieron ejercer su influencia cultural, política y económica.
Los Moros y cristianos es una celebración, hoy día con muchísima fuerza en Córdoba, Sevilla, Málaga, Cartagena, Alicante, Valencia y otros cercanos, en el sur de España. En El Salvador se conoce también como “Historiantes”.
2. La colonia, evangelización e imposición cultural e ideológica
La conquista de América tuvo como propósitos centrales la extracción de las riquezas naturales y la explotación de los pueblos originarios para proceder sistemáticamente a esa extracción se desarrollaron dos mecanismos, el primero de ellos destinado a influir en el temor de la población a través del uso de la fuerza. (Lardé y Larin, 2000) y el segundo a la evangelización (De las Casas, 2011), usando formas diversas. (De Benavente, 2014)
Entre estas formas tenemos:
a. la utilización de indígenas en la construcción de templos, afianzando así una vinculación con la estructura, producto de su labor (Lardé y Larin, 2000)
b. La ruptura y destrucción de imágenes que reflejaban el politeísmo indígena, con lo cual se eliminaba los elementos simbólicos destinados al fortalecimiento y reproducción de las creencias de los indígenas. (Ibarra, 2008)
c. La destrucción de códices, estelas, altares, glifos y otros en los que se escribió la historia, evolución de la sociedad indígena, referencias a las deidades y a la naturaleza. A cambio de esto, se promovió la difusión de textos bíblicos y el adoctrinamiento en las escuelas instaladas para la enseñanza religiosa y el aprendizaje de la lengua castellana. (De las Casas, 2011)
d. La celebración por parte de españoles y criollos de fiesta religiosas y sincréticas con otras fiestas indígenas (Lara Martínez, 2015), también “Moros y cristianos” o “historiantes”. Los indígenas buscaban entender el poder de Dios (Díaz del Castillo, 1950).
Muy probablemente esta sea la primera referencia a la fiesta de moros y cristianos escrita en América, refiriéndose a Cortés:
“Pues el gran rescibimiento que le hecimos, con arcos triunfales y con ciertas emboscadas de cristianos e moros y otros grandes regocijos e invenciones de juego. Y le aposentamos lo mejor que pudimos, así a Cortés como a todos los que traía en su compañía, y estuvo allí seis días” (Díaz del Castillo, pg 725)
e. La enseñanza del teatro popular o fiesta de “moros y cristianos”, para que fuesen los mismos pueblos indígenas quienes representaren la derrota de los musulmanes a manos de los españoles. Los españoles se volvían espectadores del teatro que ellos mismos habían enseñado. Se usaron trajes y máscaras para los personajes. En cuanto a la vestimenta, se buscó el colorido de los trajes y cascos o coronas de cristianos y musulmanes.
f. La transformación de los nombres de los pueblos de indios para ser re bautizados con nombres de santos españoles, para acentuar la creencia y generar adhesión identitaria al pueblo. Algunos ejemplos son: San Miguel Salcoatitán, San Sebastián Texincal y otros cientos. (Lardé y Larin, 2000).
En varios casos, el uso del nombre largo ha caído en desuso por efectos de lo culturalmente inútil, que puede resultar un nombre largo y se ha estilado el nombre corto, ya sea el que está en lengua originaria como en el caso de San Bartolomé Perulapía, o en lengua castellana como es el caso de San Julián Cacaluta. (Lardé y Larin, 2000)
La imposición cultural que tiene su punto más álgido en la imposición de la religión y ello incidió en la identidad de los pueblos originarios.
3. Hipótesis sobre los “historiantes” y el levantamiento indígena campesino de 1932, y los efectos de la matanza
En 1932, la evidente presencia de lo indígena en El Salvador era mucho más fuerte de lo que es ahora. Datos estadísticos, no tan confiables hoy día, consideran que su población indígena se ha reducido notablemente con respecto a inicios del siglo XXI, de acuerdo al Censo Nacional 2017, el número de indígenas es de 13,310 habitantes de un total de 6,000,000 (0.02%) (DIGESTYC, 2017)
La modernidad ha hecho una conversión de nuestra realidad concreta, y los pueblos indígenas eran mucho más numerosos antes de 1932 que ahora. Algunos textos de fines del siglo XIX e inicios del XX, se refieren con frecuencia a pueblos, tradiciones y creencias indígenas. (Schultze Jena, 1977)
Como ejemplo, Jenna, en la primera mitad del siglo XX dice que:
“…me propuse ir a explorar in situ las bases de esa lengua, para descubrir que recuerdos de su temprana decisión, del tronco de dónde provinieron, aún perdura entre los descendientes actuales y así indagar cuánto de estos restos, aún pueden aportar para su comprensión” (Schultze Jena, 2005, pg. 7)
La más destacada folklorista salvadoreña del siglo pasado también lo expresa así:
“La dominación española no se conformó con imperar en el territorio, la soberanía y la libertad de nuestros indios, sino que extendió su mano férrea en los cultos religiosos y hasta en la expresión de sus sentimientos y manifestaciones artísticas. Estas como se sabe, eran bailes y cantares para todas sus ceremonias, ya públicas o privadas” (Baratta, Cuzcatlán típico, pg 9)
Debemos pensar, a partir de ello, que el número de grupo de “historiantes” previo a 1932, (Anderson, 2000) fecha significativa para la historia salvadoreña, deben haber sido más que hoy día, sin embargo, no existe una fuente que nos indique el número preciso. Es por ahora, un dato indefinido.
La crisis económica mundial tuvo un efecto en la venta del café, por tanto, en la recolección y en los ingresos exiguos de la población indígena y campesina. La pobreza se hizo más elevada y las necesidades, mayores.
El levantamiento indígena campesino de la noche del 22 de enero de 1932, supuso el asesinato de entre 20 a 30,000 de ellos por parte del ejército nacional, liderado por el general Tomás Calderón quien siguiendo las órdenes del dictador general Maximiliano Hernández Martínez actúa con crueldad y alevosía. Sobre esto puede observarse los casos ejemplares de Francisco Sánchez:
El 28 de enero, las tropas del gobierno retomaron el control de Juayúa. Francisco Sánchez fue detenido y fusilado, junto a centenares de sus compañeros. (Keogh, 1980)
También el de José Feliciano Ama, en Izalco, quien es perseguido por los soldados de Calderón, capturado con perros y posteriormente ejecutado en el parque de Izalco. (Anderson, 2000) Así como un suceso en el que se ametralla a unos setecientos indígenas en Nahuízalco, que fueron engañados ofreciéndoles no tomar represalias contra ellos, para hacerlos llegar. (Anderson, 2000)
Una vez que la masacre se ha consumado los indígenas sobrevivientes buscaron formas de evitar actuar como tales para no ser reconocidos como tales para minimizar el riesgo de ser asesinados por su origen étnico. Muchas tradiciones, entre ellas las de “historiantes”, deben haberse perdido en los años siguientes.
4. Los “historiantes” y los efectos del conflicto salvadoreño
Desde 1932 a 1980 sucedieron 48 años, en los cuales, si bien es cierto lo indígena fue visibilizado a partir del año 1934, durante el ejercicio de Martínez, la población fue insertando en su imaginario, que cada vez era más mestizo. No tenemos información sobre el número de grupos antes de 1932.
Una entrevista reciente muestra que “allá por 1980, fue publicado en una de las revistas de la Dirección de Cultura, el número de grupos de “historiantes”, y sumaban entonces 114 grupos”. (Marroquin, 2018). Un asunto tangencial, pero interesante, es lo que el Ministerio de Cultura expresa sobre los números en una comunicación oficial escrita en el desarrollo de esta investigación:
“Le informo que la Dirección de Patrimonio Cultural Inmaterial no posee dato sobre el número de grupos de Moros y cristianos a nivel nacional”. (Mata, 2019). Sin embargo, en una publicación del Ministerio de Educación de hace cuatro décadas, se identifica un dato muy aproximado, no exhaustivo: 33 grupos de historiantes en El Salvador. (Clará de Guevara, 1977)
El conflicto bélico de El Salvador que tiene lugar entre 1977 y 1992, en el que se ejecutaron diversas masacres y obviamente, aterrorizaron a la población, algunas de las cuales son:
- En Chalatenango, por ejemplo, alrededor de 300 campesinos vinculados a los grupos de masa de la guerrilla, fueron asesinados por soldados de la guardia nacional, en mayo de 1980
-En 1981, la peor atrocidad sucedida en el marco del conflicto bélico, deja mil campesinos e indígenas asesinados en los cantones del Mozote, Los Toriles y La Joya, del departamento de Morazán.
- Durante los meses previos a lo más crudo de la guerra, es decir, antes de 1980, también se presentan varias ejecuciones y masacres, desarrolladas en el contexto del conflicto. (ONU, 1993)
Algunos de los pueblos abandonados o despoblados por la fuerza de la guerra, en los cuáles el conflicto limitó las expresiones culturales, fueron ubicados especialmente Oriente y la zona central — paracentral de El Salvador, donde el conflicto tuvo fases intensivas.
Si bien se pueden mencionar a pueblos abandonados como San Fernando, Arambala, Joateca, Perquin, San Jose Las Flores, Los Ranchos, Las Vueltas, Cinquera, Aguacayo, Tenancingo y otros, también es posible distinguir que, en el occidente, el conflicto tuvo una menor incidencia en la creación de pueblos fantasmas. Ni uno solo de ellos debido al conflicto mismo.
Un hecho es que el número de grupos de “historiantes” es mucho mayor en el occidente que en la zona para central y oriental del país. Ello podría indicar que en algún momento algunos grupos del occidente se renovaron después de 1932.
Lo reciente del conflicto bélico y el desaparecimiento de algunos pueblos junto con una arremetida cultural extranjera, ha limitado el re-aparecimiento de los grupos que dejaron de funcionar entre 1980 y 1992.
La identificación del número de grupos de “historiantes” a inicios del siglo XXI era de 32 grupos, los más en el occidente y centro del país y solamente cuatro distribuidos en el oriente y norte del país.
Hoy día, el número de grupos de historiantes en El Salvador suman un total de veintisiete grupos pre existentes y cuatro nuevos grupos no registrados en1977, es decir 31 grupos en total. Se ha identificado plenamente a un total de 43 grupos, 12 de los cuáles ya no existen. Existe la hipótesis que el número de grupos antes de 1932 debió ser superior a los 114 que menciona Marroquín, de 1980.
5. Las tecnologías de información y su contribución a la neocolonización.
El desarrollo de la tecnología en el mundo, ha servido cada vez más para poder hacer un intercambio y movilización del comercio y las finanzas. El dinero se mueve cada vez más, favoreciendo el incremento de una perspectiva capitalista como modelo económico mundial; también ha sido un apoyo muy fuerte para la educación.
En cuanto a las comunicaciones, está la existencia de un modelo de intercambio de información de noticias que, paso a paso se ha ido convirtiendo en un producto, en un bien de comercio.
Existe como efecto de las tecnologías de la comunicación, proceso al que podemos llamar “globalización de la cultura”, en el que cada país efectúa intercambio de la suya propia. (Althusser, 1988)
Sin embargo, también es claro que existen, tanto culturas dominantes como culturas sometidas, que a pesar de la globalización y de las posibilidades de intercambio, hay modelos culturales que tiene una mayor influencia que otros.
Estos modelos culturales, pertenecen a sociedades que, en términos generales, tienen un mayor poder económico, militar, político y tecnológico, lo que le ofrece la ventaja de poder transmitir y transferir su cultura a partir de su dominio en los otros campos. (Martínez, 2011)
Es decir, los medios de comunicación favorecen la inserción de la cultura de los países más poderosos, por sobre la cultura de los países más dependientes como es El Salvador, como una nueva forma de colonización ideológica, la que ya no requiere necesariamente, del uso de las armas en países militarmente débiles como el nuestro.
Esto obviamente genera una reducción en calidad y cantidad de los elementos tradicionales de la cultura de los pueblos, especialmente en las poblaciones con mayor incidencia indígena, que cuenta con tradiciones originarias o las que en su momento fueron trasladadas durante la colonia y la conquista por los españoles las cuales van desapareciendo lentamente.
6. Los “historiantes” en el año 2019
Una búsqueda de los grupos de “historiantes” en El Salvador en el año 2019, ha dado como resultado que, algunos pueblos en los cuales se consideraba a inicios del siglo la existencia de los danzantes, casi dos décadas más tarde continúan en franca reducción. Así pues, en San José Talnique, durante 4 años, “Los “historiantes”” no tuvieron ninguna presentación, sino inicios del año 2019, cuando se exhibieron furtivamente en el municipio en el marco de la fiesta de San José, en el mes de marzo.
En San Pedro Puxtla, uno de los pueblos del occidente del país, con una mayor prevalencia de población indígena, la danza de “Los “historiantes””, dejó de presentarse hace unos 17 años aproximadamente, de tal manera que no existe más; en el pueblo de San Martín, muy cerca de la ciudad capital “Los “historiantes””, no se han presentado en los últimos diez años; en Ataco, que se tenía registrado como un pueblo en el que existía un grupo de “historiantes”, hoy no existe más, y no se encuentra una intención de renovarlo; en Chinameca, muy cerca de los pueblos Texacuangos, el último grupo de “historiantes” se presentó hace unos 20 años; en San Juan Los Planes, sobre el Volcán de San Salvador, el encargado del grupo desistió de continuar hace doce años debido a que hizo una conversión religiosa, aún guarda las máscaras con mucha nostalgia.
Desde luego que las causales que se identifican para este desaparecimiento se relacionan, como se puede analizar, con la conversión de miembros católicos de los danzantes hacia el evangelismo protestante, el escaso reclutamiento de los cuadros generacionales y la falta de interés de los jóvenes.
Sin embargo, las influencias de las tecnologías de comunicación se relacionan en buena medida con esos efectos, y hay un proceso de inserción de la cultura global, en el que las culturas dominantes van tomando forma para construir personas que se adecúen cada vez más a los intereses de los países más fuertes y que utilizan esta nueva manera de ejercer dominio, ideológico y cultural. (Althusser, 1988)
7. Conclusiones
- La fiesta de los “historiantes” se arraigó en la cultura española pues simboliza una de las afrentas españolas realizadas con mayor éxito, que además podía ser mostrada a los indígenas como una muestra de la fuerza y poder del Dios católico.
- Los españoles usaron la fuerza de sus armas y la contribución de los sacerdotes para la evangelización. Se crearon instrumentos que facilitaron la misma, algunos sirvieron para eliminar la religión de los pueblos, y en paralelo para introducir el catolicismo. Uno de estos últimos fue el aprendizaje de los parlamentos o textos de los “historiantes”.
- Los llamados “sucesos de 1932”, la masacre de miles de indígenas tuvo un efecto en la celebración de la fiesta de los “historiantes” posteriormente, ya que se dejó de realizar diversos ritos y celebraciones posteriormente, una de las probables es la que nos referimos.
- El conflicto salvadoreño de los años 80 del siglo pasado, por las masacres y el abandono de pueblos completos, incidió en la celebración de fiestas patronales, otros rituales y tradiciones, así como en la fiesta de los “historiantes”.
- La revolución de las tecnologías de información y comunicación en el siglo XXI, que incluyen mensajes relacionados con el comercio mundial, culturas extranjeras y búsqueda de sometimiento cultural en general, han reducido aún más al número de grupos en El Salvador.
Referencias
Altamira y Crevea, R. (1909). Historia de España, Tomo I. Barcelona: Herederos de Juan Gili.
Althusser, L. (1988). Ideología y aparatos de Estado. Buenos Aires, Argentina: Nueva visión.
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De Benavente, T. (2014). Historia de los indios de la Nueva España. Madrid: Real academia española.
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